El principio del recorrido transcurre por un camino frecuentemente transitado por los lugareños ya que da acceso a numerosas huertas y fincas. Los bordes del camino están ocupados por vegetación ruder... (más +)
El principio del recorrido transcurre por un camino frecuentemente transitado por los lugareños ya que da acceso a numerosas huertas y fincas. Los bordes del camino están ocupados por vegetación ruderal compuesta por especies propias de espacios humanizados. También la fauna presente está adaptada a la presencia continua de las personas y así podemos disfrutar del canto de gorriones, jilgueros, verdecillos, mirlos, estorninos, tórtolas turcas y, al anochecer, del mochuelo. Poco a poco la vía pecuaria va recuperando su anchura y se cubre de retamas de buen porte, peruétanos y gran variedad de herbáceas. Pasamos el Arroyo del Puerto, a mano izquierda se encuentra la Fuente del Niño que sirvió de lavadero y enseguida comenzamos la ascensión de la Cuesta Bermeja que recibe ese nombre por el color rojizo del suelo.
Al final de la Cuesta llegamos a un mirador, desde donde se puede contemplar la localidad, el Cerro del Conjuro y en el horizonte la Sierra de San Pedro. Es un buen lugar para observar algunas de las rapaces frecuentes en la zona como las águilas imperial, calzada y culebrera, el ratonero, el buitre negro o el elanio azul . Dentro de los límites de la vía pecuaria se ha establecido una franja de alcornocal acompañado por madroños, jaras, cantuesos y tojos que proporciona una agradable sombra al camino y constituye una muestra típica del bosque y matorral mediterráneos y es el hábitat de especies de menor tamaño como carboneros y herrerillos, currucas, agateadores, zorzales, gorrión chillón, alcaudón común o el reyezuelo listado.
Continuamos en dirección noroeste, descendiendo suavemente al tiempo que la vegetación se va aclarando dando paso a una amplia dehesa de encinas dedicadas a la ganadería bovina. Cruzaremos varios arroyos de escasa entidad y encontraremos algunos cruces más pero siempre seguiremos de frente.
Tras pasar un portillo estaremos cerca del paraje denominado el Pozo Ladrián, donde se encuentran varias charcas y un Refugio de Pastores que servían de descansadero para los hombres y el ganado. La avifauna presente es la típica de este paisaje adehesado: rabilargos, abubillas, abejarucos, alcaudones, tarabillas y un largo etc. Por la noche no es raro escuchar el cárabo o incluso el búho real. En cuanto a la vegetación destaca la presencia, en las inmediaciones del Refugio, de la Encina Tablada, la más grande de la localidad.
Continuamos nuestro camino por la Cañada Sancha Brava. Al llegar a un cruce tomamos el camino de la derecha, sin cruzar la cancela que se nos presenta de frente y siguiendo paralelos a un muro de piedra que constituye un estupendo refugio para muchos animales. Seguimos por la dehesa hasta que, pasando una nueva cancela, llegamos a la carretera BA157 que une Puebla de Obando con Villar del Rey.
Con precaución, debemos cruzar la carretera y retomar la vía pecuaria al otro lado de la misma. El paisaje dominante sigue siendo la dehesa aunque encontraremos algunos espacios desarbolados donde en invierno campean bisbitas, alondras, avefrías y chorlitos dorados. Aquí la Cañada puede apreciarse en toda su amplitud y anchura flanqueada por sólidos muros de piedra. Cruzaremos diversos arroyos temporales que bullen de vida anfibia e invertebrada en primavera y si levantamos la vista en los claros de la dehesa tenemos la oportunidad de observar la joya más preciada de nuestra avifauna, el águila imperial ibérica.
La ruta finaliza al llegar al arroyo Guerrero, límite del término municipal, en cuyo cauce es posible avistar a la esquiva cigüeña negra. En las proximidades del arroyo se encuentran varios mestos, curioso híbrido entre encina y alcornoque.
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