Justo al lado de la playa, donde el bullicio de las calles y las tiendas da paso al sonido y el olor de las olas, se encuentra el tesoro más bien guardado de la ciudad: el paseo de Manuel Puigvert. Es el espacio de recreo de Calella por excelencia y uno de los lugares con más encanto, bordeado por grandes plátanos centenarios que tiñen de verdes y ocres el paisaje litoral de la ciudad. [+ info]
Justo al lado de la playa, donde el bullicio de las calles y las tiendas da paso al sonido y el olor de las olas, se encuentra el tesoro más bien guardado de la ciudad: el paseo de Manuel Puigvert. Es el espacio de recreo de Calella por excelencia y uno de los lugares con más encanto, bordeado por grandes plátanos centenarios que tiñen de verdes y ocres el paisaje litoral de la ciudad.
Proyectado a finales del siglo XIX, el paseo de Manuel Puigvert lleva el nombre del alcalde que lo hizo posible y forma parte del inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña. Tranquilo y armonioso, el paseo se extiende paralelo a la playa y mira al mar, con elegancia, a través de la barandilla modernista de Jeroni Martorell. Un estilo cautivador que aún hoy conserva y que enamora a todos por igual.
Para las parejas que quieren hacer un paseo romántico y tranquilo al atardecer, para las familias con niños que buscan diversión al aire libre las tardes de verano, para los fans de los encuentros culturales... el paseo de Manuel Puigvert es el lugar preferido por locales y visitantes, durante todo el año.
Los paseos de invierno tienen un encanto especial, una magia que pinta de grises y azules el paseo a cada paso que damos bajo los árboles desnudos. La hilera de plátanos nos acompaña a lo largo de la avenida y nos dibuja un paisaje relajante, ideal para caminar o hacer deporte. Para los más curiosos, cada domingo por la mañana el paseo se convierte en un punto de encuentro para todos los amantes de las antigüedades y el coleccionismo.
Llegada la primavera, la belleza de los árboles brilla más que nunca y el olor de la naturaleza impregna el aire por todas partes. Los niños juegan, los abuelos charlan y se llenan las terrazas de gente. También hay coblas, sardanas y encuentros de rock and roll! Un estallido de energía y colores que con el calor se suavizan, cuando la vida se ralentiza y llega el momento de disfrutar de las tardes de verano bajo la sombra de los plátanos centenarios del paseo. Las noches de verano al aire libre toman forma de verbenas, celebraciones y conciertos de habaneras que dotan a este lugar de un calor especial, a la luz de la luna y junto al mar.
El encanto del paseo se intensifica con el otoño, y es en esta época cuando disfrutamos de las tradicionales caminatas entre las hojas amarillas y marrones. A finales de septiembre, el paseo de Manuel Puigvert se convierte en el escenario privilegiado de la Feria de Calella y el Alt Maresme, el gran evento cultural y comercial de la comarca. Y con el mismo espíritu dinámico, le sigue el Ironman Barcelona que llena el paseo de triatletas venidos de todo el mundo. Pequeños y grandes, todos disfrutamos de este no parar tan propio de nuestra ciudad. ¡Y encontramos en este privilegiado paseo, cerca del mar, un pequeño paraíso calellense!