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El origen de la fiesta está en que, siguiendo las costumbres de otros núcleos urbanos, un grupo de ciudadanos de Oña tuvieron la idea de escenificar la historia, principalmente de los siglos XI y XII (y con ello, otros históricos pasajes que, con el devenir de los tiempos, tuvieron trascendentales repercusiones a nivel nacional: La Reconquista) del monasterio de la villa de Oña, que tiene (entre otros méritos históricos, artísticos, culturales, arquitectónicos, etc.) un conjunto funerario, con ocho sepulcros, donde están enterrados reyes, infantes, condes, obispos, princesas... que, en el transcurrir de los tiempos, y en diversos avatares de diferente tipo (bélicos, luchas fraticidas, combates contra el árabe invasor, alianzas diversas, etc.), forjaron el reino de Castilla; muchos de los personajes, cuyas tumbas están en el monasterio, aparecen en escena.