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El Acueducto de Amoreira es una obra gigantesca que se desarrolla desde la fuente principal en galerías subterráneas en una extensión de 1367 metros y luego a nivel del suelo y en arcos por más de cinco kilómetros y medio que llegan a superar los 30 metros de altura. Posibilitó una verdadera era de progreso en la ciudad después de su construcción, ya que abastecía a una multiplicidad de fuentes intra-muros.
La población de Elvas tuvo problemas con el abastecimiento de agua, que se realizaba a través de pozos situados intra-muros y de fuentes en los alrededores que, en caso de guerra, se volvían inaccesibles. Este problema se agravó con el aumento de la población hasta que, en 1498, los procuradores de Elvas pidieron a D. Manuel I que lo resolviera. Fue entonces cuando se impuso en la población el impuesto del Real d'Água, que recaía sobre bienes de consumo, para construir en el futuro un acueducto.
La obra, iniciada en el siglo XVI, sería monumental. Fue dirigida por Francisco de Arruda, quien al mismo tiempo trabajaba en la futura catedral de la ciudad. Los altos costos de construcción hicieron que los avances en la obra fueran lentos, siendo necesario aumentar los impuestos para financiar la construcción. La obra solo estaría lista en 1622, cuando el agua comenzó a fluir en la Fuente de la Misericordia.