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El Castillo de Madroñiz ha navegado a lo largo de su historia entre tres mares, al haber sido compartido por Córdoba y Badajoz y encontrarse cerca de Ciudad Real. El lugar que los árabes eligieron para hacerlo no podía ser más adecuado. Aprovechando una antigua población musulmana, lo levantaron justo entre las localidades de El Viso, Belalcázar y Santa Eufemia, sobre un cerro junto al que fluye alegremente la corriente del río Zújar.
Sus propietarios, la sociedad Mangadas del Zújar -integrada por unos sesenta accionistas-, mantienen cerrado el recinto desde hace unos meses, ya que consideran elevado el coste de su mantenimiento y difícil el tenerlo abierto al público. El castillo era hasta entonces un lugar frecuentado por cazadores y amantes del descanso que elegían sus estancias para pasar la Nochevieja y fines de semana. Santiago Serrano Sánchez, uno de los propietarios, recuerda que la fortificación la alquilaban, sobre todo, a franceses y extremeños, aunque tampoco faltaban vecinos de la provincia que buscaban un lugar apartado para evadirse. Ahora, los que visitan la zona para cazar prefieren quedarse en la casa situada bajo el cerro de la fortificación y así ahorrarse subir al castillo.
La sociedad propietaria, que además es dueña de las 2.440 hectáreas que rodean a la fortaleza -52 de las cuales se encuentran en Cabeza del Buey (Badajoz)-, le compró todo hace 18 años al marqués Carlos Montijano Carbonell, que le había hecho una importante restauración al recinto fortificado. Tiempo atrás, en 1951, otra sociedad, formada por gran parte de los accionistas que poseen ahora Madroñiz, se había hecho cargo del castillo y de sus tierras.