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Balnearios y Sanatorios.

Según los principios higienistas centroeuropeos, la buena salud se relacionaba con parámetros como la altitud, el soleamiento, aire limpio y abundantes aguas. Desde finales del siglo XIX, fueron muchos los que se acercaron a la Sierra buscando un ambiente saludable. Así, las aguas de los manantiales de La Porqueriza y La Alameda pusieron de moda a Guadarrama.
El hotel-balneario la Alameda, inaugurado en 1902, estaba especializado en afecciones del aparato respiratorio, urinario y óseo, merced a sus “aguas bicarbonatadas, cálcicas, litínicas y radiactivas” que surgían dentro del recinto. Estas también fueron embotelladas y vendidas en la capital. El hotel contaba con dos pisos, galería, amplias habitaciones y un gran comedor para 200 cubiertos.
En el lado noroeste del pueblo, cercano al manantial de La Porqueriza de aguas sulfuro-sódicas, se desarrolló la Colonia del Dr. Rubio-Valdelasierra, compuesta de hotel, casino, capillas y varias viviendas. Hasta 1921 cuando fue cedido al Estado por su dueña, funcionó más como colonia de verano que como balneario.
La afluencia de veraneantes y visitantes de la burguesía madrileña motivó la creación de lujosas residencias, dotadas de miradores, cristaleras y torreones, rodeadas de espléndidos jardines señoriales.
A principios de siglo XX se construye en Tablada un sanatorio antituberculoso, tras el cual surgirán diversos establecimientos hospitalarios en el municipio, cinco de ellos en el Puerto y otros dos en el pueblo. La mayor parte de estos edificios fueron destruidos en la Guerra Civil. Todavía se conservan algunos como la Residencia de la Divina Pastora, Residencia “Los Nogales”, Residencia Militar de Acción Social Guadarrama y el Hospital de Guadarrama.
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